Roñan el Fárbaro

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Descripción

Roñan el fárfaro, una epopeya épico-humorística de Ricard Ibáñez. En ella podréis encarnar a un aguerrido aventurero (o algo así) confrontado a la civilización en su primera incursión en los Reinos de Por Allá Abajo.

Has de saber, oh, príncipe, que entre los años en que el Gran Chaparrón anegó los valles de media Farfaria, allá por el lejano norte, haciendo polvo sus frondosas zarzamoras, y la llegada de los belicosos bastardos del Borde, hubo una época inimaginable en la que se erigieron reinos cual champiñones, como un manto de cantos rodados en mitad de un huerto: Nimedia, Ozú, Bribonia, Hyperbuena, Zalamanca, con sus hombres de pocos cabellos y mucho pelo y sus torres de aterrador diseño; Gitania, con sus jinetes cabreros; Koff, que hace de frontera con las ardientes e inextinguibles praderas de Zhemzeña; Beltenebria, con sus mausoleos custodiados por siniestros tipos con capirote; Zerkania, cuyos nómadas llevan hierro, seda y monos… Pero el más orgulloso de entre todos ellos fue Aykefostia, que impera a su bola en el somnoliento occidente.

Y a él (bueno, a Montón de Guano, que es la primera ciudad bajando de las Montañas del Límite) llegó Roñan, el fárfaro, cabello grasiento, mirada bovina, hacha en ristre, ratero ocasional, pendenciero cuando toca, de grandes tristezas y grandes problemas, listo para patear los pies calzados de sandalias de los imprudentes que se crucen en su camino… o viceversa.

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Roñan el fárfaro, una epopeya épico-humorística de Ricard Ibáñez. En ella podréis encarnar a un aguerrido aventurero (o algo así) confrontado a la civilización en su primera incursión en los Reinos de Por Allá Abajo.

Has de saber, oh, príncipe, que entre los años en que el Gran Chaparrón anegó los valles de media Farfaria, allá por el lejano norte, haciendo polvo sus frondosas zarzamoras, y la llegada de los belicosos bastardos del Borde, hubo una época inimaginable en la que se erigieron reinos cual champiñones, como un manto de cantos rodados en mitad de un huerto: Nimedia, Ozú, Bribonia, Hyperbuena, Zalamanca, con sus hombres de pocos cabellos y mucho pelo y sus torres de aterrador diseño; Gitania, con sus jinetes cabreros; Koff, que hace de frontera con las ardientes e inextinguibles praderas de Zhemzeña; Beltenebria, con sus mausoleos custodiados por siniestros tipos con capirote; Zerkania, cuyos nómadas llevan hierro, seda y monos… Pero el más orgulloso de entre todos ellos fue Aykefostia, que impera a su bola en el somnoliento occidente.

Y a él (bueno, a Montón de Guano, que es la primera ciudad bajando de las Montañas del Límite) llegó Roñan, el fárfaro, cabello grasiento, mirada bovina, hacha en ristre, ratero ocasional, pendenciero cuando toca, de grandes tristezas y grandes problemas, listo para patear los pies calzados de sandalias de los imprudentes que se crucen en su camino… o viceversa.

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